copywriter en prácticas
¿Un copywriter en prácticas?
Menudo título para una bio, ¿no crees?
Espera.
¿Aquí es donde me cuentas quién demonios eres?
Yep!
Ahora entiendo lo de «encantado».
Pues lo dicho.
Un placer.
Hechas las presentaciones, si continúas leyendo descubrirás el motivo del título.
Mientras tanto, te voy contando.
En mi círculo polar ártico, respondo por igual a canalla, carapijo o «paga las cañas, tontolaba», según la hora o el volumen de alcohol que haya en la sala.
Puedo ser varias personas en un mismo día en función de las horas de sueño acumuladas o de las ansias repentinas por una Alfredo´s en Lagasca.
Aún así, sigo sin saber qué o quién puedo llegar a ser.
Lo único que tengo claro es que hay demasiado «Master and Commander» en el mundo del copywriter.
¿Me extraña?
Para nada.
Why not?
Because vivimos en la era del ego y el individualismo.
Todo a nuestro alrededor está sobredimensionado, desmedido.
Yo solo intento ser un humilde copywriter en eternas prácticas.
Tengo claro que no voy a cascarle el cuore a todo el que se me ponga por delante.
Conozco mi público y ahí es donde lo doy todo cuando escribo.
Porque soy un cotilla de la calle y adoro el ruido de su gente.
Adoro escucharles.
Ahí es donde me doy cuenta de que todo cambia constantemente.
Y la forma de hacerle llegar tu mensaje a esa gente, también lo hace.
Por eso no vendo cursos ni escribo libros.
Ya hay demasiadas newsletters y editoriales intentando vendernos más de lo mismo.
«The Gary Halbert Letter» se puso en circulación en el otoño del 86 y la rueda se inventó en el 4.500 antes de Cristo.
No sé si me explico.
Así que sigo centrado en lo mío y dejo que el instinto marque el camino correcto.
Si un producto o marca no me estruja la patata, no pierdo mi tiempo y evito hacerle perder el suyo.
Simple y sencillo.
Nunca podremos trabajar juntos.
Si no me hace sentir lo mismo que un jueves de tardeo y salseo, me alejo.
Porque un buen copywriter no está para escribir bonito.
Un buen copywriter está para que los que no te quieren comprar, te compren, mientras creen que no están comprándote.
¿Y cómo conseguirlo?
No existe receta mágica ni nada por el estilo, pero si te cruzas con un copywriter con estos ingredientes, estarás muy cerca del objetivo.
250 gr. de cliente insatisfecho
250 gr. de vendedor persuasivo
250 gr. de psicólogo frustrado
250 gr. de investigador privado
Seguimos.
Soy un completo fanático de los buenos títulos.
Si no tienes un título que capte la atención de forma inmediata, estás perdido.
Y en esto, da igual cuál sea tu nicho.
Si consigues en una sola línea resumir tu historia, todo cambia.
Más cositas.
Tampoco trabajo con dos clientes simultáneamente.
Me niego en rotundo.
Tu negocio se merece cada maldito segundo de mi tiempo.
Porque cuando pones todo tu cariño en lo que haces, los que te rodean son los primeros en percibirlo.
¿Esto me convierte en un copy caro?
No.
¿Barato?
Tampoco.
Y es que Charles Mingus tenía más razón que un santo cuando dijo: «Complicar lo sencillo lo puede hacer cualquiera, pero hacer que lo complicado sea sencillo, tremendamente sencillo, eso es creatividad».
Ahí lo dejo.
Para terminar de una vez por todas, quédate también con estas dos cosas.
Me considero un artesano del copywriting.
Las malas lenguas comentan que soy un disfrutón de las cosas bien hechas.
Aún no me conoces, pero cuando lo hagas, te darás cuenta.
Si a pesar de todas estas taras sigues pensando que soy tu copy perfecto, ya sabes lo que toca hacer ahora.
Mientras tanto, yo voy pidiendo.